Karai -Los Caminos del Nombre-

Presentación

A los que erraron el camino y no volvieron
A los que vuelven a pesar del errar

A los que comienzan a caminar…

¿Cuál es tu verdadero nombre? Esta pregunta recorre los caminos posibles de una salvación por la palabra. Es la historia de Karaí Mirí, un creyente guaraní de la palabra-alma, la Ñe´é Porá, que se asienta con el humo del chamán como Nombre y Destino.

El Otro que el mismo sujeto fue, llamado Verá Miri, viaja por las sendas perdidas. Alguien que estuvo muerto y volvió a jugar en la vida después de una enfermedad espiritual de múltiples causas: la maldición de una mujer, una “piedra” arrojada por los Espíritus del Monte, un Nombre secreto que no se puede escuchar… Hasta que arriba una revelación que permite el camino hacia la perfección: el Aguyje, el nuevo saber.

Este documental nos enseña de una vida en la búsqueda de su verdad. Para Karaí es la que pronuncia Ñande Ru, un Dios y un Padre que cura al hablar, pero también es la que llega por un “sueño” que anuda el propio Deseo con su Nombre sagrado.-

Guión y Dirección: Enrique Acuña

***

lunes, 20 de abril de 2015

Karaí -Los caminos del Nombre- (trailler)




 
*Un Avance del documental en 4' ...

-Dirección:  Enrique Acuña .-
-Montaje:  Ariel Di Marco
  Buenos Aires, abril 2015


viernes, 17 de abril de 2015

Lecturas y Reseñas del documental "KARAï - los caminos del nombre-"

                                 COMENTARIOS Y DEBATES 






                


El valor de lo simbólico en la vida mbyá-guaraní.  

-reseña del documental: “Karaí –Los caminos del nombre-”

                                                                                                    

                                                             Por Claudia Fernández (**)



Ese grupo de mitos, ya que se constituyen en una serie, se encuentran enlazados en cierto tipo de poderío (potestad) sancionados por la posesión de un “paquete” sagrado o “paquete” mágico; forman, si puedo decir, parte de un paquete. Dicho de otra manera, cuando se transmite el paquete a alguien (es decir que se le cede los poderes mágicos), se cede la historia al mismo tiempo y ella autentifica la detentación de un poder particular…”



C. Lévi- Strauss, “Sobre la relación entre la mitología y el ritual”. 1956(1)



El día 28 sábado de marzo, en el contexto de las II Jornadas de la Asociación  de Amigos Guaraníes (AAGua) se realizó la presentación del documental Karaí- Los caminos del Nombre, tercer documental dirigido por Enrique Acuña, psicoanalista.



Bajo la misma dirección podemos referir a Tatachiná- La Bruma (2009) y La Sombra del Jaguar –Kuaray a chivi- (2012). Documentales los tres, filmados en  comunidades ubicadas en los alrededores de la Reserva Biósfera Yaboty de Misiones (Argentina); cuyos testimonios relatados por  sus habitantes  dan cuenta de aspectos que conforman la cultura mbyá guaraní. Recorremos entonces  la curación del alma a través de las palabras y el Tatachiná (humo sagrado), rituales  entre otros, acciones atravesadas por las creencias transmitidas por sus ancestros en relación a la cosmovisión mbyá.

Testimonios orientados esencialmente con la intención de dar a conocer su sabiduría y demostrar  que esta cultura lejos de perderse  es una cultura viva; más allá de los efectos de transformación que pueda haber sufrido a lo largo de los tiempos.



Karaí, refiere a la historia de quien ha sufrido una enfermedad (del alma) que  se presenta como alguien que estuvo muerto y volvió a jugar en la vida. Una enfermedad espiritual por la que perdió su Nombre y ante un primer intento de curación a través de la revelación del Opyguá, que observa que hubo un nombre equivocado (Verá Mirí), finalmente la enfermedad permite una nueva consulta a Ñande Ru, y la lógica de los nombres propios hasta que se revela la verdad  que lo  nombra Karaí Mirí. (1). Ilustra esta revelación la siguiente frase acerca del fundamento del lenguaje humano en los textos míticos, recopilación realizada por León Cadogan:



A continuación, de la sabiduría contenida en su propia divinidad,

y en virtud de su sabiduría creadora

al verdadero Padre de los futuros Karaí,

al verdadero Padre de los futuros Jakairá,

al verdadero Padre de los futuros Tupa les impartió conciencia de la divinidad.

Para verdaderos padres de sus futuros numerosos hijos,

para verdaderos padres de las palabras-almas de sus futuros numerosos hijos,

les impartió conciencia de la divinidad”… (2)



Es un relato en primera persona que da cuenta acerca de los diferentes caminos posibles de una curación o salvación (Ijaguyjé) por la palabra. Acompañan otros relatos de quienes han ayudado a ubicar diversas causas (espirituales): la “piedra” arrojada por el dueño del árbol, el mal (payé) hecho con yuyos por la mujer con quien se casa, tienen un hijo y luego lo abandona. Ante esas causas los caminos de intentos de curación despliegan una cronología de hechos.



Luego del primer desmayo producido en la granja donde se encontraba trabajando acude a su padre (Ciriaco), en ese intento de curación a través del encierro durante tres días en el templo (Opy) y la curación por el humo sagrado fracasa por incumplimiento  ante la palabra del padre, en relación a lo cual al tiempo vuelve a enfermar.

Un nuevo encierro, intervenciones de otros Opyguás, Kuñá Karaí (mujer sabia) a través de la búsqueda del nombre adecuado, alimentación única de polenta de maíz, humo sagrado y sueños conforman la vía de curación  o solución ante la enfermedad espiritual. En un tiempo anterior  sueño del  buen cazador y luego un segundo sueño: la distribución de huevos entre los hermanos lo que le significa o da lugar a la propia interpretación como designación paterna de su descendiente. El signo que refiere a que su destino es igual al de su padre “Ser curandero”: ese sueño articula el deseo con  su ser en el Nombre y el deseo como futuro-anterior.



Significantes como palabras-alma (Ñeé-porá), embrujo (Kaa’vo), dueños del monte, rituales que con llevan la caza del Kochí, humo curador (Tatachiná) dan cuenta del valor de lo simbólico en la vida mbyá.  Hay un creyente guaraní (Lucio Villalba) que encuentra la salvación por los caminos del Nombre, incluida la mención de los sueños, uno de los cuales que como bien expresa el director a modo de conclusión, “articula el sentido de su deseo con los decires de sus dioses”. Un  sueño que conecta el deseo propio con su nombre sagrado, Karaí Mirí.

El documental consta de cinco partes presentadas cada una con diferentes títulos, las cuales organizan el documental u orientan relatos, imágenes y saberes con el efecto de curación o salvación del alma, ofician de guía a lo largo de la proyección:



(I)               I- El ritual animal imita el revivir humano con la cura chamánica

(II)              II- Nuestro Padre hizo animales, árboles y arroyos con sus dueños

(III)             III - Mbae Ñemongaraí: la palabra lleva un alma que se asienta en el cuerpo

(IV)             IV- Ser mbyá es saber rezar: Tatachiná transmite el bien decir

(V)               V- La danza de los nombres y ser uno sólo… Ijaguyjé



Al finalizar la proyección con la asistencia de un público proveniente de diferentes ámbitos se llevó a cabo un breve comentario y conversación entre el auditorio, Enrique Acuña, Dioniso Benitez, parte del equipo de filmación y uno de los responsables de la traducción del documental;  Alejandro Benítez (mburuvichá Tekoá Pindó Poty)  y Rudy Sayas (agente sanitario Tekoá Jejy ).  Ellos participaron no sólo de la proyección y conversación de Karaí sino también brindaron una activa intervención en las II Jornadas de AAGua llevadas a cabo ese mismo día en el Museo Provincial de Bellas Artes Juan Yaparí de la ciudad de Posadas.



Conversación en la que tanto Alejandro como Rudy ante la pregunta de cual es la importancia que tiene para ellos el “contar” parte de su verdad cultural, ambos refieren a que el juruá (hombre blanco) debe conocer algo de esa verdad. En el caso del acto de curación chamánica, contar permite lograr el respeto y no intromisión del blanco. Importancia que observan en el rechazo del  deseo de saber (sobre todo del  médico Juruá) hacia las técnicas de curación ligadas a lo sagrado en la cosmovisión holística del mundo mbya.



Concluyo la presente reseña con las ideas expresadas por el director de esta obra, las que dan inicio y final;  la enseñanza  de los amigos mbyá: “los senderos del monte son como los de la vida, un ciclo repetido pero diferente, palabras que encierran otras palabras…  la vida secreta de los nombres propios… podemos tropezar con piedras que tocan el corazón”. Karaí…Nombre que salva y designa el futuro, futuro como OpyguáKaraí…un curador ya curado”.-


(*)-Miembro de la Asociación de Psicoanálisis de Misiones (A.P.M.)

Notas:



(*)-Karaí- los caminos del nombre- documental escrito y dirigido por Enrique Acuña-Video en dvd-78 minutos.-Testimonios de Lucio Villalba junto con Opyguas, Kuña Karai  y Caciques de varias comunidades mbya-guaraní de la Biosfera Yaboti.  



(1)- Levi-Strauss; Claude: “Sobre la relación entre la mitología y el ritual” (disponible en: http://www.aplp.org.ar/index.php/e-textos-10/305-sobre-la-relacion-entre-la-mitologia-y-el-ritual. Traducción. Daniela Ward)



(2)-Cadogan, León: Ayvu Rapytá- Textos miticos de los mbya guaraní del Guayra-







Respuestas en la tupida selva simbólica Mby’a (*)   

                                     Por Osvaldo Gomez Lezcano(**)



En Karaí, los caminos del Nombre (2015)  vemos reintroducidos los antecedentes que configuran la búsqueda espiritual del propio guionista y director, Enrique Acuña, en la conclusión de la trilogía iniciada con La Bruma Tatachiná (2009) y La Sombra de Jaguar Kuara y’ ä Chivi (2012). Médico y psicoanalista él mismo, comparte con nosotros los sonidos de las Ñe’ë porä tenondé (primeras palabras hermosas) o mitos originarios, escuchadas respetuosamente entre sus propios protagonistas. 


Una política del deseo se fragua en la aprehensión sobre la muerte de un ser querido que lo lleva a la búsqueda espiritual de un agua vivificante, en la transparencia del verde continuo de la selva misionera. Búsqueda de una respuesta al sin-sentido del dolor y la muerte por las vías de un atravesamiento de la tupida selva simbólica Mby’a.


El argumento narra los testimonios de una cura chamánica por el tatachiná (la bruma sanadora) y otros procedimientos terapéuticos ritualizados que sostienen y confirman la creencias ancestrales de la comunidad: la enfermedad no es solo física, sino psicológica y espiritual. 

Tal como pensaba el gran epistemólogo Paul Feyerabend,  es hora de superar la dicotomía o sospechosa superioridad de la medicina científica actual: La ciencia cura, el chamanismo cura, en la finalidad se disuelve la supuesta superioridad.


El director quiso compartirnos de este modo la eficacia simbólica de la palabra en su prístina verdad, el sentido que se esconde en el dolor y la enfermedad, solo revelada por el sueño. La palabra plena emerge de la palabra vacía, errónea del nombre, revelado por Ñande Ru Ete. En la cultura Mby’a el cambio de nombre de una persona tiene el poder de mutar el mal en bien. La cura de Karaí Mirï se presenta así como un alegato sobre el poder y vitalidad de una cultura.


¿Cómo se reproduce una cultura? ¿Cómo se forma un futuro chamán?


Un Opygua (literalmente “custodio del templo y del saber”) de los dioses solo puede ser llamado y elegido cuando sobre él se pronuncia una Palabra-alma verdadera. Entre el mundo natural y sobrenatural existen nexos profundos que el líder espiritual debe conocer y manejar para trasladar a la comunidad el Agüije (Bendición). 

El aprendiz debe ser atravesado por una palabra transformadora en el misterio de una nueva identidad que se le impone como designio y elección. Una vez curado, Karaí Mirï, quema ritualmente su casa, como símbolo de salida en busca de su nueva identidad de arandu ka’aty (hombre sabio) de los Mby’a.


Más allá de una necesidad vista por la cultura yuru’a (blanca) en salud, educación, producción, etc., los originarios de Misiones muestran en acto, la riqueza simbólica de su presencia en la selva, dueña de mil recursos propios, que vuelve superflua y complementarias la penetración occidental a través de “proyectos” propiciados por terceros. 

Este film y la vehemencia de su argumento, muestran pues, una política en acto, una problemática resuelta en sus propios términos y pautas culturales que en nada envidia a la ciencia médica contemporánea.-


(**)-El autor es Licenciado en Filosofia en Asuncion; Paraguay. Director de la revista AL SESGO -Psicoanalisis-; y participó como expositor invitado en la II Jornada de AAGUA, Posadas, marzo 2015.-


(*)-K A R A I -Los caminos del Nombre-



            A los que erraron el camino y no volvieron// A los que vuelven a pesar del errar//A los que comienzan a caminar…

          

¿Cuál es tu verdadero nombre? Esta pregunta recorre los caminos posibles de una salvación por la palabra. Es la historia de Karaí Mirí, un creyente guaraní de la palabra-alma, la Ñe´é Porá,  que se asienta con el humo del chamán como Nombre y Destino. 

            El Otro que el mismo sujeto fue,  llamado Verá Miri,  viaja por las sendas perdidas. Alguien que estuvo muerto y volvió a jugar en la vida después de una enfermedad espiritual de múltiples causas: la maldición de una mujer, una “piedra” arrojada por los Espíritus del Monte, un Nombre secreto que no se puede escuchar… Hasta que arriba una revelación  que 
permite el camino hacia la perfección: el Aguyje,  el nuevo saber.

            Este documental nos enseña sobre de una vida en la búsqueda de su verdad.  Para Karaí es la que pronuncia Ñande Ru, un Dios y un Padre que cura al hablar, pero también es la que llega por un “sueño” que anuda el propio Deseo con su Nombre sagrado.-


Guión y Dirección: Enrique Acuña

Testimonios: Lucio Villalba (Karaí Miri); Ciriaco Villalba, Matias Sosa, Norberto Benitez, Victoria Almeida, Laurindo Villalba, Cantalicio Benitez, Juvenil Sosa, Eliseo Sosa, Francisco Benitez, Maria Gonzalez, Ñiño Cabrera, Agapito Castillo, Alejandro Benitez, Julia Fernández.

Edición y Animación: Ariel Di Marco.

Traducciones: Lucio Villalba, Norberto Benitez, Dionisio Benitez.

Tallas artesanales: Ramón Morinigo. 

Fotografía: Enrique Acuña; Ariel Di Marco; Dionisio Benitez. 

Música tradicional: Norberto Benitez (violin, original) Julia Fernandez (Flauta, original), Silvia Benitez (Flauta, original), Kuaray Benitez (guitarra, original), Coro de niños de Pindo Poty.

Locaciones. Aldeas Pindo Poty, Yryapy; Jejy, Jejy-Miri, Itá Pirú, Mandarina, Colonia La Flor, Guyra Retá (Misiones, Argentina).

Producción: Asociación de Amigos Guaraníes –A.A.GUA.-

Duración: 80’.

Audio: Guaraní -Subtitulos: Español.

Formato: DVD- NTSC. 

 Filmado : 2013- 2015.-



Nombres de la experiencia y significantes propios



Por Martín Gómez (*)

El tercer documental de Enrique Acuña, Karaí -Los caminos del nombre-, sigue la serie de los significantes amos de la cultura Mbya-guaraní. En este caso, como nos anticipa el título de la obra, Acuña nos ofrece la visión en perspectiva de los caminos Mbya de la nominación. 

Encontramos en el documental construcciones alusivas que nos guiarán con sus desplazamientos como si de un sueño se tratase. En el inicio pueden sorprender los desplazamientos metonímicos que los significantes culturales condensan en torno al Kochí; dichos desplazamientos y condensaciones (humo, tatachiná, bruma, cura, huesos(quemar), regreso, subsistencia) apuntan a la temática que el autor -respetuoso en su quehacer-, nos invita a descubrir.

El primer testimonio de identificación con la cultura retratada viene de la mano del autor que comparte la afinidad de su experiencia con la cultura Mbya, poniendo en serie esta pieza documental con aquella[1] que retrata el caso de Julián.

Como es el caso de los documentales anteriores[2] de Enrique Acuña, los mismos suscitan interrogantes, no sólo respecto de la cultura Mbya, sino además permiten poner en perspectiva los significantes de la cultura del espectador. Esto aporta a la construcción de una mirada que se coteja con la alteridad y que en el caso de Karaí interroga en torno a las dinámicas de la nominación.

A través de esta lógica, se validan los testimonios que dan cuenta del tratamiento que los Mbya dan al Kochí, y como esto encarna una estructura abierta que apunta a aquella otra estructura que normaliza los avatares del nombre propio.

De esos avatares nos habla en primera persona Karaí Mirí, refiriendo los hechos aciagos que sentaron las bases de su enfermedad espiritual. La norma de vida quebrantada, evidenciada por el malestar que borra al sujeto (desmayo) y lo deja a la deriva en su propia cultura, deben buscar un tratamiento que salde el devenir simbólico de aquel que no ha encontrado su nombre trascendental. 

Podríamos preguntarnos: ¿qué significado puede tener esa nominalización errada y que suceso equivalente encontramos a nuestro lado de la cultura? Si consideramos nuestra perspectiva cultural y las formas en las que los nombres nos anteceden: ¿Existe la posibilidad de inscribir la experiencia y tramitar en el nombre propio -que nos viene dado por la alteridad sociocultural- un devenir que no nos aliene?

El proceso de nominación da testimonio, a ambos lados de la cultura, de la dinámica del significante. Por un lado las palabras alma (ñe’e) reflejan el orden simbólico y el bien decir es sinónimo de metáforas acertadas -mot juste-, a la vez que el mismo proceso nos deja ver la contingencia y la arbitrariedad que pone en tensión el determinismo trascendental que le está asociado. Frente a este panorama, lo identitario puede no encontrar un sitio en ese espacio de pura significación de una vacío.

Pero Karaí nos dice más cosas a través de sus sueños ya que en estos se condensa y se codifica un devenir que ya estaba inscripto y que inaugura lo que el deseo tramó en el pasado. Descubrimos un eco en la obra del autor.En su libro Resonancia y silencio[3], más precisamente en el ensayo Alguien habla: poética analítica o desierto de la ciencia, Acuña desanda el recorrido de las identificaciones y relata la posibilidad de la reinscripción del sujeto en el nombre propio. Es este hecho de reescritura el que posibilita la construcción de una nueva perspectiva respecto de la propia experiencia de vida. 

Para el caso del director tanto como para el de Karaí, este será el lugar de un encuentro equívoco que al producirse precipitará efectos que podrán ser interpretados a posteriori, en un futuro anterior preñado de destino y rebosante de significaciones inminentes[4].


(*)- Profesor de Francés e investigador en Lenguas. Miembro de la Asociación Centro de Investigacion y Docencia ACID del Insituto Oscar Masotta Corrientes-Chaco.-



[1] Nos referimos al documental La Bruma - Tatachiná-(2009) .
[2] El segundo documental de la serie es La Sombra del Jaguar -Kuaray’a chiví- (2010-2012).
[3] Enrique Acuña (2009).
[4] Como opera Acuña en el ensayo citado, sugerimos también la frase de Borges que alude al arte o a la poesía: “La inminencia de una revelación que no se produce”. Esta intersección de afinidades se puede sospechar como origen de la propuesta que Enrique Acuña nos convida. La transposición diferencial de los mitos personales deja en evidencia el espacio de intercambio estructural que resonará en cada uno y que el artista revela y sidera procurando identificaciones infinitas para aquellos que interpreten su mensaje.-


                                                         ***


Karai: Del nombre a la causa



Por Christian Gómez**


Los caminos del monte


El monte, o lo que queda de el, es el escenario a donde nos conduce, por tercera vez, el psicoanalista Enrique Acuña. Karai -Los caminos del nombre- (2015) da a ver aspectos imprescindibles para entender lo vivo de una cultura que habita la provincia de Misiones, en el nordeste argentino, Paraguay y sur de Brasil: los Mbya-Guaraníes.


¿Qué, sino el deseo articulado a una búsqueda inédita, lleva a alguien a internarse en la tupida selva de la cultura mbya? “Los amigos mbya me enseñaron que los caminos del monte son como los de la vida. Un ciclo repetido pero diferente, un viaje por los caminos de las palabras que encierran otras palabras. Con ellos supe que hay una vida secreta de los nombres propios.” El que habla no es otro que el propio director quien recorre las rutas de la provincia de Misiones para adentrarse en territorio mbya tras los senderos de las palabras-alma (Ñee porá) aquellas que toman asiento en el cuerpo vivificándolo y que al ser invocadas por el chaman con el humo sagrado (tatachiná) alejan los malos espíritus o el espíritu de los muertos (mbogua) que los dueños del monte arrojaron como una piedra a aquel que ha sucumbido a una vida imperfecta (teko achy). 


Se trata de la curación espiritual de una enfermedad espiritual, aquella que no fuera posible 10 años atrás por intromisión del aparato medico-jurídico del hombre blanco (juruá) en el conocido caso  del niño Julián, conflicto narrado en La Bruma-Tatachiná ( Argentina, 2009) y que Enrique Acuña plasma como efecto del encuentro con esa diferencia cultural pero también como salida a un duelo que atraviesa en ese momento. 


Julián, un niño de 5 años, es retirado por la policía y con una orden judicial de la aldea Pindo Poty donde vive con sus padres y es trasladado primero a la ciudad de Posadas y luego a Buenos Aires donde se le diagnostica una cardiopatía congénita y luego de semanas de deliberaciones se decide una intervención quirúrgica a cielo abierto, en contra de los lideres de su comunidad quienes sostienen que el niño padece una enfermedad espiritual que el blanco no comprende, y que debe ser curado por el sacerdote (Opygua) en el templo. Tiempo después de realizada la operación el niño, de regreso a su casa, muere y meses después lo hace su hermano, algunos años menor. 


La Bruma-Tatachiná- muestra el desencuentro entre dos culturas como producto de la invasión simbólica, imaginaria y real de una, dominante , sobre la otra. Este hecho, que conmueve no solo a la aldea donde vive el niño sino a la comunidad mbya en su conjunto, conduce a una reinterpretación política de sus lideres sobre el modo de negociar sus derechos con el hombre blanco. Toman estado publico los manifiestos de Pindo Poty (años 2007 y 2008), cartas dirigidas al estado y los poderes públicos donde la comunidad reclama ser atendida y escuchada en aquellos asuntos que le conciernen. 


Hacen visible de esta manera el modo ancestral de organización política propio de la costumbre mbya, la asamblea-grande o asamblea de la palabra en fila (Aty Ñeeychyro) donde la comunidad participa y cada uno toma la palabra el tiempo que sea necesario hasta encontrar la mejor solución a los problemas.

Tres años mas tarde (La sombra del jaguar-Kuaray-a-chivi- Argentina, 2012) la cámara inquieta registra como nunca antes el testimonio oral, vivo, de los rituales sobre los que toman cuerpo los mitos fundantes de la cultura mbya-guaraní hasta llegar al relato de una transformación (jepota) de un hombre en jaguar, posible por la indiferenciación entre naturaleza y cultura en la reciprocidad espiritual con el monte que caracteriza al modo de vivir mbya.

Kuaray-a-chivi no es el la trama de un conflicto, es el testimonio, a través de sus protagonistas, de lo vivo  de una tradición milenaria.




Los caminos del cazador


“Cual es tu verdadero nombre? Esta pregunta recorre los caminos posibles de una salvación por la palabra. Es la historia de Karai-Miri, un creyente guaraní de la palabra-alma, la ñee-pora, que se asienta con el humo del chaman como nombre y destino.”  


Estas palabras, extraídas de la sinapsis del film, señalan el punto de crisis de la historia de  Lucio, un joven de 25 años,  que inicia desde un presente que lo encuentra como aquel que ha vuelto a jugar en la vida un recorrido por los caminos que condujeron, primero a su enfermedad, finalmente a su curación. En ese trayecto nos lleva, en un dialogo con el director que parece no tener su punto final con la culminación de la película, hacia los secretos que sabiamente han escondido sus abuelos y que ahora el pide contar. 


Se trata de la enfermedad como mal vivir (Teko achy) y de la curación como búsqueda de la salvación (Iyaguyje) para quien sabe rezar, practica del bien decir del nombre.

Como en la experiencia analítica, Lucio erra por los diferentes caminos de los intentos de curación tras un primer episodio donde la perdida del sentido lo conduce a la casa de su padre, de quien se había distanciado tras la muerte de su madre por la costumbre mbya de migrar buscando alejarse del espíritu de los muertos. 


El padre, poseedor del saber curar, pregunta a Ñanderu ete tenondegua (nuestro padre primero, el verdadero)  por las causas de la enfermedad y hay que recorrer y visitar varias aldeas en búsqueda de la curación. Lucio, dedicado a la caza, interpreta como una señal la facilidad con la que obtiene su presa. Es sabido que, según la costumbre del pueblo guaraní, el cazador solamente recoge aquello que el Dios provee para la comunidad. Como en la caza del Kochi (Pecari), animal sagrado cuya carne debe comerse en comunidad, alrededor del templo se celebra la fiesta y la comida del animal cuyos huesos se entregan a Ñanderu para que pueda hacer nacer uno nuevo. De este modo, hay un saber usar el monte que provee todo aquello que la comunidad necesita y que no debe usarse para otra cosa. Si así ocurre, aquel que lo hace cae presa del mal vivir y de la enfermedad que es su efecto Los dueños del monte (del agua, del árbol, de la piedra) arrojan la piedra de la enfermedad que solo puede curarse si el Chaman pide al Dios que quite la piedra y devuelva la vida.

                      


Causa y nominación: bien-decir el nombre


León Cadogan (1899-1973) recibió en reciprocidad, a mitad del siglo XX, el relato oral de los cantos que fundan la cosmovisión guaraní. Ayvu Rapyta (El fundamento del lenguaje humano), es el establecimiento en lengua guaraní-y su traducción al español- de los mitos, leyendas y tradiciones sobre cuya eficacia simbólica reposa la mbya reko (costumbre mbya) y en función de los que se constituye el ser mbya.


En el capitulo IV titulado Oñemboapyka pota jeayu porangue i rembirerovy´ara i (Se esta por dar asiento a un ser para alegría de los bien amados) leemos:

 “Cuando esta por tomar asiento un ser que alegrara a los que llevan la insignia de la masculinidad, el emblema de la feminidad, envía a la tierra una palabra-alma para que se encarne”, dijo Nuestro Primer padre a los verdaderos Padres de las palabras-alma de sus hijos…” (Cadogan, León: Ayvu Rapyta. Textos míticos de los Mbya-Guarani del Guaira. Biblioteca Paraguaya de Antropologia. Asuncion. 1997)


La ceremonia del Bautismo (Mbae Ñemongarai), llevada a cabo en cada año nuevo (Ara Pyau) consiste en el ritual de nominación, tarea que corresponde al opygua (Chaman) quien recibe el nombre adecuado para cada niño según es enviado por Dios. En una lengua neológica y con el humo de la pipa (tatachiná), recibe el nombre que danza durante unos instantes en derredor del sacerdote hasta que puede escucharlo y decirlo para que así tome asiento en el cuerpo que de este modo se vivifica. Este nombre, secreto y que nada tiene que ver con el nombre cristiano por el que se llaman los mbya, es también un destino en tanto al encarnarse decide el futuro del niño según el patronímico al que corresponda. Según la mitología mbya, Ñande Ru ete tenondegua (El Padre primero, el verdadero) recide en un paraíso sostenido por cuatro columnas que son a su vez los cuatro Dioses, dueños de las palabras-alma: Ñamandu Ru ete, Jakaira Ru ete, Karai Ru ete, Tupa Ru ete. Por lo tanto, es desde la morada de uno de estos Dioses que partirá el nombre que, al encarnarse, mantendra erguido el fluir de su decir, habitara la tierra en un ser. (1)


En un articulo escrito en el contexto del rodaje de Karai,  transcribe Enrique Acuña un testimonio de Ciriaco Villalba, Opygua y padre de Lucio, donde desbribe cuatro tiempos en la ceremonia de encarnación del nombre: Preguntar el nombre, decir de Ñande Ru, escuchar del chaman y tomar asiento en el cuerpo. Este procedimiento sagrado es susceptible de error y puede volver a repetirse, es decir que el chaman puede escuchar mal el nombre o puede no ser el adecuado con lo cual la operación debe repetirse. 


En la búsqueda del saber de quienes oficiaron de curadores, Lucio  encuentra la palabra de Niño Cabrera (Opygua) quien señala que los nombres danzan sobre su cabeza y es por el humo del tabaco que el opygua los conduce hacia el cuerpo, que será su morada terrenal. 


De la piedra arrojada por el dueño del árbol,  al embrujo (kavo) de una mujer de quien se enamora, tiene un hijo y luego lo abandona, los caminos del monte y sus senderos que se bifurcan son metáforas de la errancia en la búsqueda de las causas de la enfermedad hasta que será de boca de Ciriaco, su padre, quien sabe escuchar el verdadero nombre, el que anda bien: será karai-Miri, del patronímico Karai, destinado a ser como su padre: el señor (karai) del templo.


Sera Julia, la mujer sabia (Kuña Karai), quien acompañara en las curaciones con los remedios que completaran el restablecimiento de quien fuera Verá, proveniente del Dios Tupa, el nombre que no tomo asiento en el cuerpo y no se hallo en la tierra.

Cantalicio Benitez, otro señor del templo, será el encargado de decir que aun quedan secretos guardados, aquel que viene de lejos  (mensaje que bien podría dirigirse al espectador) podrá saber sobre la curación por el bien-decir del nombre, pero solo a medias.




Sueño y revelación: hacer nacer un destino


Karai, recostado en el ogurey ( quincho) relata un sueño: “ayer soñé con mi papá, abajo en el monte en una casita, estábamos hablando y después mi papa me dio cinco huevos, con huevos soñé. Después pidió mi hermano y yo le di, uno a mi hermano y dos a mi hermana mayor. Uno quería mi hermano pero yo no le quería dar, el tiro, agarro mi mano y entonces le di. Creo que eso que soñé es algo importante. Una señal creo que significa, ese es mi papá que me esta dando su poder, para mas adelante, para que yo lo siga a él como opygua.”


"Lucio sabía, -dice Enrique Acuña al final del film- que los que vienen de la morada de Karai están destinados a ser chamanes tanto como los que vienen de la morada de Tupa están destinados a ser caciques."


El sueño,  interpretación del inconsciente, hace nacer un destino que concuerda con la revelación del Dios, que a diferencia de aquel solo es dada a quienes tienen el poder de escuchar y poseen trato directo con el creador.

Solo falta el último ritual, aquel que con el fuego aleja los malos espíritus. Una vez más, el caminar solitario de Lucio-Karai parece conducirlo a esa nueva vida que nace, la de aquel que volvió a jugar.


Entre los intrincados senderos de la selva y en el andar errante por los caminos del nombre, este documental es un testimonio de la tradición sagrada de lo mbya-guarani. Pero como en Las meninas de Diego Velázquez que Lacan evocara para hablar del objeto del psicoanálisis, aquí Enrique Acuña, guionista y director, hace visible algo del punto desde el cual el deseo causa la operación de quien también ha hecho nacer un destino al poner la cámara para que lo mas intimo de la tradición mbya hable a través de ella.


                                                                                   ***


*Karai-Los caminos del nombre. Guion y dirección: Enrique Acuña. Testimonios: Lucio Villalba (Karai-Miri); Ciriaco Villalba, matias Sosa, Norberto benitez, Victoria Almeida, Laurindo Villalba, Cantalicio Benitez, Juvenil Sosa, Eliaseo sosa, Francisco benitez, maria Gonzalez, Niño Cabrera, Agapito Castillo, Alejandro benitez, Julia Fernandez. Edicion y animación: Ariel Di marco. Traducciones: Lucio Villalba, Norberto benitez, Dionisio benitez. Tallas artesanales: Ramon Morinigo. Fotografia: Enrique Acuña, Ariel Di marco, Dionisio Benitez. Musica tradicional: Norberto benitez (violin, original), Julia fernandez (flauta, original), Silvia benitez (flauta, original), Kuaray Benitez(guitarra, original), coro de niños de Pindo Poty. Locaciones: Aldeas Pindo poty, Yryapy, Jejy, jejy-Miri, Ita Piru, mandarina, Colonia la Flor, Guyra reta (Misiones, Argentina). Produccion: Asociacion Amigos Guaranies (AAGua). Duracion 77´. Audio: Guarani. Subtitulos: español. Formato: DVS-NTSC. Filmado: 2013-2015.

Textos críticos y Trailler en:  www.loscaminosdelnombre.blogspot.com

**Director de enseñanzas de la Asociacion de Psicoanalisis de Misiones. Miembro de la Asociacion Amigos Guaranies.



Notas

(1). Cf Cadogan, Leon: Ayvu rapyta. Textos míticos de los Mbya-Guarani del Guaira. Biblioteca Paraguaya de Antropologia. Asuncion, 1997. Pgs 33-46.


Fuentes consultadas

Acuña, Enrique: “Los nombres de Ñande Ru. Bautismo y bendición en los mbya”. En Revista Fri(x)iones-entre el psicoanálisis y la cultura. N 3. Posadas, Misiones. 2013. 


Acuña, Enrique (Director): La bruma-tatachiná. Argentina, 2009. Genero: documental. www.labrumatatachina.blogspopt.com


Acuña, Enrique (Director): La sombra del jaguar-Kuaray-a-chivi- Argentina, 2012. Genero: documental. www.lasombradeljaguar.blogspot.com


Lacan, Jacques: “Función y campo de la palabra y el lenguaje en psicoanálisis”. Escritos. Bs. As. Siglo XXI.


Levi-Strauss, Claude: “Sobre la relación entre mitología y ritual”.  Exposición en la Sociedad Francesa de Psicoanálisis. Texto original: Sur les rapport entre la mythologie et le rituel de Levi Strauss, publicado en http://es.scribd.com/doc/27390069/Levi-Strauss-Sur-les-rapports-entre-la-mythologie-et-le-rituel. Traducido por Daniela Ward. Extraido de: www.aplp.org.ar/e-textos.


Bartolome, Miguel Alberto: Parientes de la selva-Los guaraníes Mbya de Argentina. Centro de estudios antropológicos de la Universidad católica. Biblioteca paraguaya de Antropologia, volumen 72. Paraguay, 2009.-











Palabra y nombre: el límite del decir
-Karaí – los Caminos del Nombre –

                                                                                              Julia Pernía (*)

   El sábado 13 de junio en el Centro Turístico Cultural de la Ciudad de Puerto Iguazú, Enrique Acuña presentó “Karaí – los caminos del nombre-“   tercer documental de una serie: La Bruma -Tatachiná- (2009) y La Sombra del Jaguar –Kuaray a chivi- (2012),  que pone en juego un modo de pensar la relación posible con la alteridad de Otra cultura, la mbya guaraní.
Relatos de una espiritualidad que atraviesa y determina el modo de pensar la naturaleza, la estrecha relación de los mbya con el hábitat de la selva trasciende la noción antropológica de “reciprocidad”. La naturaleza - Ka’aguy -  es el espacio donde interactúan  hombres, espíritus, dueños y almas en un lenguaje que no es privativo de los humanos. Así, se disuelve la oposición moderna naturaleza-cultura y se configura, más bien, un continuum, donde lo no-humano tiene intencionalidad, eso puede querer decir algo, construyéndose una realidad simbólica diferente a la del Juruá (palabra con la que se refieren al hombre blanco).

Esta trilogía documental muestra que se hace imposible comprender las taxonomías y clasificaciones del pensamiento guaraní sin conocer su trama mítico-religiosa que constituye el rasgo diferencial de esta cultura, ese acento puesto en las “bellas palabras” que conectan a los dioses con la tierra, ahí donde cada “persona” porta esa palabra-alma (ñe´e-porá).

Y más allá de la serie, el documental “Karaí – los caminos del nombre-”  como Uno, cuenta una curación según la lógica propia de la cultura mbyá. Lucio Villalba, quien fuera bautizado Verá Mirí, comienza un camino errante en la búsqueda de la causa de su enfermedad espiritual.
Los relatos míticos sobre el origen, narran cómo Ñande-Ru Tenondé, el padre verdadero, concibió el origen del lenguaje humano, ayvu, cuyo fundamento  es  la palabra-alma, haciendo que éste formara parte de su propia divinidad. El Opygua (sacerdote) recibe revelaciones de este Dios a través de las palabras-alma que le confieren el poder de “bautizar” a los niños.

Así fue, Lucio Villalba, nombrado Verá Mirí, en ese ritual con el humo del tabaco, en donde se vivifica un cuerpo y se decide también un destino, en tanto la procedencia del nombre determina una función social, bajo esa nominación habría podido acceder al saber de los caciques estrategas, los  Mburuvicha.
El nombre espiritual –tery– “es una interioridad secreta aunque intercambiable, que sirve como contraseña dentro del código de esa etnia, grupo o familia y por lo tanto no se corresponde con la identidad social como es el nombre que figura en un documento de identidad.”(1). El nombre bien asentado no sólo designa una función social, sino que mantiene lejos de la vida imperfecta.

Entonces, ese que fuera Verá Mirí, tiene un desmayo mientras trabaja en el campo para los “colonos”, un primer comienzo de la enfermedad que se anuda luego, unos años después en una segunda enfermedad ante la partida de su esposa y su pequeño hijo.  
 Aunque su organismo respondía fisiológicamente, él estaba muerto, muerto espiritualmente, es decir sin un deseo. Ahí comenzará a atravesar los rodeos de la cura con la interpretación que hacen los Chamanes de múltiples causas posibles: un payé – embrujo - hecho por una mujer, una “piedra” arrojada por los espíritus del monte o un “nombre” maldecido, que no se ha encarnado.

Entre rezos y plantas medicinales y la intervención de varios Opyguá, él tiene un sueño -el sueño de los huevos-  y en ese sueño aparece un padre portador y dador del don divino que permite curar. El sentido que le da al mismo, decide de manera retroactiva la causa de la enfermedad, él era como su padre, Karaí Mirí, aquél al que se le confiere el poder de curar, que puede hablar el lenguaje sagrado y escuchar las bellas palabras. La interpretación es su deseo, que se anuda también a un saber de la comunidad: dicho sueño es confirmación de la anterioridad mitica: pertenecerá la estirpe de los hijos de un dios. Antes el Opyguá escuchó su nombre verdadero, articulándose ese deseo particular con un tiempo originario, con la historia de su pueblo, con sus abuelos.

Ese que no se encontraba en su nombre, ahora Karaí Mirí es incorporado en su cuerpo de una manera nueva, cuenta, al mismo tiempo que escribe, su historia y en esa escritura crea un pasado, no sin Enrique Acuña, director del documental que opera como causa en la búsqueda de ese saber, ahora nuevo: “Karaí, nombre que salva y designa el futuro como Opyguá. Karaí;  un curador ya curado”.
Es una Causa que traspasa la pantalla, divide a quien escucha y mira, apostando la producción de ese efecto –único, cada vez- en la presentación del documental, en esta oportunidad frente a un público proveniente de diversos ámbitos geográficos y culturales, han surgido preguntas que dan cuenta de ese efecto ¿Porqué se ha elegido esa manera de filmar? ¿Qué relación tiene al psicoanálisis? ¿Por qué elige Lucio Villalba contar la historia de su enfermedad?

El público presente, nada ajeno a la cultura guaraní, tanto por el interés que suscita como por las coordenadas locales: la ubicación y las políticas empleadas principalmente en la esfera del turismo y la educación en la Ciudad de Puerto Iguazú, se ha visto interrogado por el modo de abordaje que presenta el documental respecto de la espiritualidad, las costumbres y el modo de vivir mbyá, como así también la relación formada entre el director y los miembros de las comunidades que sorprende en los relatos principalmente de índole sagrado que le fueran confiados.  

Por las voces que han tomado la palabra, es posible deducir que se ha captado el efecto de respuesta que constituye el documental: ante la imposición a las comunidades de la medicina occidental que reduce la enfermedad a la disfunción del órgano, se responde con el relato de una cura chamánica y del cuerpo que habla el lenguaje de sus dioses. En este sentido, no es sin intención presentar el documental en tal punto geográfico, en tanto las comunidades allí asentadas también sufren los impactos de la implementación de políticas que, en el acto de responder a un Bien Social Común, segregan las particularidades, en el caso de los mbyá la espiritualidad. Llama la atención que este objeto excluido del Otro, es causa de este documental.

Por ello, KARAI – los caminos del nombre – es también un deseo, un modo de relatar a través de ese ojo que mira y captura, una cultura viva que intenta ser silenciada, negada en su preexistencia por los avasalladores efectos del discurso capitalista. El documental es una política hecha de ese deseo: ubica el saber del lado del mbyá, luego usa bien ese artefacto que es la función social del cine como arte y finalmente capata  la singularidad de su propia cultura, no toda: “Hasta ahí vas a saber” – hay un secreto- .

Es el silencio como un acto que mantiene, preserva y respeta lo sagrado como “ultima muralla” de una cultura. Enrique Acuña elegirá mostrar la lógica de las palabras y los nombres como un “límite al decir”, enunciado por los mismos mbya, sin intentar traspasarlo, rasgo diferencial que da al documental el estatuto de un verdadero puente entre dos culturas.-


(*) Miembro de Asociación Amigos Guaraníes (A.A.GUA). Miembro de Asociación de Psicoanálisis de Misiones (APM).

Notas:
(1)  Acuña, Enrique. Los nombres de Ñande Ru – bautismo y bendición en los mbya- En Fri(x)iones Nº 3. Primavera 2013.

Fuentes de Consulta:
-Karaí- los caminos del nombre- documental escrito y dirigido por Enrique Acuña Ficha técnica:www.loscaminosdelnombre.blogspot.com
-Acuña, Enrique. “Los nombres de Ñande Ru – bautismo y bendición en los mbya”- En Revista Fri(x)iones Nº 3. Posadas; Primavera 2013.
-Bartolomé Miguel Alberto. Parientes de la Selva –Los Mbya Guaraníes de Misiones, Argentina-. Biblioteca Paraguaya de Antropología. Asunción del Paraguay, 2009.
-Cadogan León. AyvuRapyta. Textos míticos de los Mbyá-Guaraní del Guairá. Biblioteca Paraguaya de Antropología. Asunción del Paraguay, 1997. 
-Fava Ricardo. “Selva, Cultura y las palabras-alma”. En Revista Fri(x)iones entre el Psicoanálisis y la Cultura. Año 1, Primavera 2011







                                                                   *****



Un más allá de la eficacia simbólica

                                                         por Fátima Aleman
                    El último sábado de junio, en una tarde lluviosa que invitaba a sentarse en la butaca de un cine, presentamos en la mítica sala Select del Pasaje Dardo Rocha de la ciudad de La Plata, el tercer documental de Enrique Acuña, Karaí -Los caminos del nombre-

Como sucedió en las presentaciones anteriores, un público variado y curioso por saber de qué trataba ese título enigmático donde el nombre propio se construye, y dos invitadas de lujo que aceptaron formar parte del debate posterior junto al director, las antropólogas Liliana Tamagno (Directora del Laboratorio de investigaciones en Antropología Social de la UNLP y compiladora y autora del libro Pueblos indígena. Interculturalidad, colonialidad, política, 2009)  y María de los Ángeles Andolfo (miembro del colectivo GUIAS), disfrutaron de los 77 minutos que dura el documental.

Karaí, como cierre (tal vez) de la trilogía, conserva la estructura de los documentales anteriores en un relato dividido en cinco partes con títulos que interpretan lo que se cuenta, pero sorprende al  introducir dichas escansiones a partir de la animación de unas bellas esculturas en madera (talladas por Ramón Morinigo) que giran al compás de la melodía hipnótica interpretada por el violín mbya del maestro Norberto Benítez. 

A su vez, invierte el modo de filmar, al presentar al director no solo como voz en off sino como parte del film, que en su viaje por la tierra colorada nos confiesa el disparador del mismo: registrar con su cámara la experiencia de Lucio Villalba (protagonista) en el devenir de su enfermedad espiritual, es también plasmar algo de su experiencia con la enfermedad, la de un ser querido que culmina en el duelo por su muerte. El director elige hacerse la otra mitad del relato, invierte asi el modo antropológico de un observador-participante, no solo al prestar su persona y su experiencia vivida sino también su poética.

Sobre los avatares del film no me detendré esta vez,  pues han sido comentados fidedignamente y analizados por diferentes sesgos en las reseñas publicadas en el blog de la película (http://loscaminosdelnombre.blogspot.com.ar). Elijo detenerme entonces en un punto enigmático del documental que, como integrante de las investigaciones del colectivo Asociación de Amigos Guaraníes (A.A.GUA.),  sugiere una serie de preguntas y relecturas sobre la eficacia simbólica de la palabra en un cuerpo que padece “lo enfermo” pero a su vez paradojicamente hace de eso un “ser”, interrogante que no es ajeno por cierto al psicoanálisis.

Es la puesta en juego de la curación por la palabra sagrada,  la que emprende el Opyguá de Tekoá Pindo Poty, Ciriaco Villalba, un hombre anciano y padre del protagonista, que posa su mirada más allá de la cámara para relatarnos en su lengua mbya un saber sobre la enfermedad como mal espiritual. En esa curación que efectúa por fases el chamán, como la conocemos tan bien por Leví- Strauss, me vienen a la memoria los desarrollos sobre “la eficacia simbólica” y “el hechicero y su magia”, capítulos fundamentales de Antropología estructural, libro publicado en París allá por 1958. 

Hay allí testimonios similares al de película, como los que Leví-Strauss toma de Cannon, Stevenson y Boaz, donde el acento está puesto en los resortes que hacen a la eficacia de la magia: no se trata solamente de la creencia que tanto el hechicero como el enfermo comparten sobre el procedimiento curativo, sino de la importancia crucial que adquiere la “confianza y las exigencias de la opinión colectiva”. Leemos en Leví-Strauss que el contexto que proporciona el público, la comunidad entera, es parte fundamental de la curación. Sin ese “coro” que sabemos desde la Poética de Aristóteles representa en la tragedia griega a la ciudad, la doxa, incluso a la autoridad, entonando en armonía la creencia común, no es posible el éxito del tratamiento mágico.

El documental de Acuña muestra acertadamente la hilación de un relato que se construye en comunidad, colectivamente, donde cada uno de los que testimonia acerca de la curación reproduce con matices y tonos diversos, el sentido ancestral de la cosmovisión mbya donde el “nombre propio” implica un lazo íntimo y sagrado con los Dioses del monte. Cada persona se construye por sucesivos rituales de formación que siguen la lógica del mito de origen: Ñande Ru, el Padre original en su génesis creó primero a sus cuatro hijos Tupá, Karaí, Ñamandu, Jakaira, que desde sus ambá -moradas celestiales- bajan a dar los nombres en el bautismo –Ñemongaraí-,  nombres que son también en el futuro un destino de la función del sujeto en la comunidad: unos serán chamanes, otros caciques, otros agricultores, etc.

Uno de los testimonios del documental, el del Niño Giménez, chamán de Tekoá Jijy Mirí, da cuenta del valor de las palabras-almas (ñeé-porá) en la cultura mbya, que bajan a los seres de la tierra como “ángeles” por obra de Ñande-Ru para permitir que los “nombres” puedan danzar en el cielo de cada uno hasta encontrar a la persona correcta. Es muy gráfico el gesto del chamán agitando su brazo alrededor de su cabeza para dar cuenta de la eficacia simbólica que adquiere el nombre propio al corporizarse como un alma de la persona (que no es por cierto el que figura como nombre civil en el documento de identidad). 

El nombre sagrado de cada miembro de la comunidad mbya se constituye así como un legado simbólico de los dioses del monte, que establece además un linaje que marcará el destino en la tierra: espiritual (como chamán) o político (como cacique).

Así encontramos algo de la “estructura del parentesco” de Lévi-Strauss, que podrá ser elemental o compleja, pero que siempre responde a la ley simbólica atemporal que fija el mito colectivo. Por ello es “la eficacia simbólica la que garantiza la armonía del paralelismo entre mito y operaciones” y es en la cura mágica donde el chamán aporta el mito (tradición colectiva) y el enfermo cumple las operaciones que le impone aquel que está en contacto con Dios.

Cuando Lucio, en ese momento nombrado como Verá (hijo de Tupá),  desobedece a las consignas de su padre en la primera enfermedad (permanecer tres días en el Opy - templo)  algo del castigo retorna en la segunda enfermedad, que requiere como operación dos meses en el Opy, donde el  cuerpo “casi muerto”, alimentado a maíz y aislado por completo de la comunidad, revive gracias al encuentro con el nombre correcto, Karaí Mirí, que permite nombrar también un deseo, el deseo de ser chamán como su padre. El sueño de los cinco huevos relatado por el protagonista durante el rodaje del documental, es quizá la reafirmación de ese deseo enunciado tímidamente con la curación pero ahora ofrecido al director “que sabe escuchar” la creencia mbya aunque sea no-toda.

Tal vez la reserva del pueblo mbya de no contar “todo” de la curación chamánica, la reserva de conservar el misterio de las “palabras sagradas”, que incluso piden ser no traducidas como nos comenta en el debate el director, es algo que también sabemos por el psicoanálisis. A partir de los desarrollos de Jacques Lacan, quien supo reconocer en lo simbólico de Leví-Strauss un verdadero orden, el orden simbólico, fue posible renovar la noción del inconsciente freudiano gracias a la combinatoria significante. 

Pero el encuentro de la antropología estructuralista y el psicoanálisis no duró para siempre, y Lacan se apartó del estructuralismo para retomar lo “no interpretable” del síntoma, aquella “exigencia pulsional” que supera el conflicto neurótico y que Freud supo advertir en su texto Inhibición, síntoma y angustia, para redefinir al síntoma como sinthome. Lo simbólico dejó de ser un orden cuando se confrontó con “el cuerpo vivo”, es decir, con el costado pulsional del síntoma, con el modo de gozar que ya no responde a la regla simbólica y que en todo caso permanece como incurable.

¿Será acaso este más allá de lo simbólico lo que los mbya mantienen como enigma? Un secreto que es opaco para ellos mismos y que funciona como ultima verdad no profanada por nuestra propia “producción de conocimientos”. Lo más real del Otro cuyo límite es el nombre.


                                                                                 
            Fátima Alemán – 28 de Junio del 2015



                                                                     *****

Foto: Cine Select- Espacio INCAA - La Plata; prueba antes de comenzar la proyección-debate. 27/6/15.-